Los ‘bienes culturales’ han adquirido cada vez mayor importancia al ritmo de la masificación del consumo, del peso creciente de los mercados en la vida social, de la expansión de los derechos a la participación cultural y del aumento e importancia de los intercambios de símbolos en las redes globales. Empujados por esas tendencias, se han constituido en un nuevo motor de los cambios sociales, de las identidades personales y por cierto, de las dinámicas de la economía. En suma, los bienes culturales ―potenciados por las llamadas ‘industrias creativas’― se han vuelto desde hace un tiempo un hecho sociológico relevante que demanda análisis y discusión.